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13 jun 2011

No nos dejemos engañar, miremos la realidad

Comunidad wichi en dragones

Editorial por Daniel Tort

 En una mañana como la de hoy, donde se conmemora el paso a la inmortalidad de un grande de las letras argentinas como Jorge Luis Borges y donde, evidentemente,  el gobierno nacional ha puesto hincapié en potenciar noticias cholulas y noticias baratas para tapar o tratar de tapar los “escándalos” que  lo rodean, como ha titulado o retitulado y vuelto a titular la prensa hegemónica que  actúa en consonancia. Me estoy refiriendo al Grupo Clarín, La Nación, Infobae, Perfil, Fontevecchia y compañía,  digamos, que han instalado la palabra escándalo en el país con hechos que son apenas cuestiones judiciales.


 Pero, de todas maneras, el fin de semana ha estado atiborrado de noticias absurdas, de noticias vagas, de noticias hasta le diría estúpidas y la gente tiene que sufrir los titulares de los grandes medios que saltan de si Shakira está embarazada a si el futbolista Forlán la dejó a la supuesta actriz por un contrato prenupcial para no repartir su fortuna, o si el cantante Calamaro se separó de la actriz porque le fue infiel con otra del ambiente, o del retiro de un jugador de fútbol de un club de la Argentina.

 Para contrarrestar esta pobreza intelectual de los medios argentinos hoy vamos a aportar al editorial de la radio un poco de cultura, algo que ha pasado desapercibido pero que hay a quienes nos ha impactado: la entrevista que se le hiciera al eximio, un hombre que es ninguneado por la gran prensa argentina y latinoamericana pero que merecería otro lugar, que es el señor Osvaldo Bayer.
 Osvaldo Bayer ha afirmado que todavía no vivimos en una democracia; esto es un título muy fuerte porque nosotros nos asentamos sobre la renovación periódica electoral y entonces mueve a curiosidad, me movió a curiosidad y lo quiero compartir con los oyentes.

Por allá por el año 1963, Osvaldo Bayer sugirió en la provincia de Buenos Aires, en un pueblo que se llama Rauch, que se llamara a plebiscito para cambiar el nombre del pueblo por el de ‘Arbolito’. Conocemos que el general Rauch es aquel que fue la punta de lanza del general Roca, en la presidencia de Roca, para el exterminio de pueblos originarios en la Patagonia y que Arbolito fue uno de los caciques mapuches que lo degolló, que lo hizo bajar del caballo y lo mató.  La propuesta, dice la nota, no hubiera despertado tanta controversia si el nombre original no hiciera referencia precisamente a este General y Arbolito al indio que lo terminó matando. La propuesta tampoco habría sido tan polémica, decimos, si el entonces Ministro del Interior, estamos hablando de 1963, no se llamara Juan Enrique Rauch, bisnieto de aquel militar, que lo mandó encarcelar a Bayer en una prisión de mujeres cuando volvió a la Capital.

            ¿Cuál es el origen de que Bayer diga que todavía no hay democracia en la Argentina? Bayer lo explica y dice: “La distribución de la tierra se originó en las llamadas Campañas del Desierto, sobre la tierra donde vivían, precisamente, los pueblos originarios. La mayor masacre la llevó a cabo Roca en 1879 y la Sociedad Rural, creada por estancieros de la provincia de Buenos Aires, fue la que financió la Campaña del Desierto. El ejército argentino marchó sobre los pueblos originarios practicando un verdadero genocidio. Roca restableció la esclavitud  que había sido eliminada, como todos conocemos, en la asamblea del año ’13. En los diarios argentinos de aquella época, de la época de la Campaña del Desierto, volvían a leerse avisos que decían: ‘Hoy reparto de indios. A todas las familias que requieran se les entregará un varón como peón, una china como sirvienta o un chinito como mandadero’. Esos son los avisos que publicaba la tribuna de doctrina de los Mitre en el diario La Nación. También se repartieron 42 millones de hectáreas a 1800 estancieros que integraban la Sociedad Rural. A su presidente, que se llamaba José María Martínez de Hoz, le entregaron 2.500.000 hectáreas. Ellos se convirtieron en terratenientes y hoy todavía, lamentablemente, en muchas partes de la Patagonia, los Martínez de Hoz todavía dominan la escena.

            Primero tildaron a los indios de ladrones porque decían que se llevaban las vacas. Para luchar construyeron la famosa Zanja de Alsina, que era un foso de cinco metros de profundidad y tres de ancho; se hicieron 360 kilómetros de zanja. Digo, nos volvemos a la reflexión,  fuimos pioneros en levantar muros; el muro de Berlín no fue ninguna originalidad respecto de la Argentina. Se murió Alsina y los pueblos originarios tuvieron una peor suerte: el presidente Nicolás Avellaneda lo nombró a Julio Roca como ministro de guerra y empezó la masacre. Se importaron 10 mil fusiles de repetición para terminar con los salvajes. Con  apoyo de grandes diarios de Buenos Aires se inició la campaña contra los indios, 14 mil indios muertos y 14.600 personas fueron declaradas esclavas, peones que trabajarían en la isla Martín García o en la zafra de la azúcar en Tucumán y en Salta. A las indias se las pone como sirvienta y se las separa de sus hijos.

            ¿Qué nos enseña Bayer para que vivamos en democracia? Dice: “Los grandes héroes de la patria, además de los que lucharon en la independencia contra España, son los de la conquista del desierto”. A los pueblos originarios de los tildó de salvajes y los héroes, todavía hoy, son Roca, Mitre o Sarmiento.

            “Sarmiento era una racista insoportable”, dice Bayer, “casi siempre hablaba de los indios refiriéndose ‘a esos indios piojosos’, a pesar de que él tenía 25% de sangre india por su mamá. Roca tiene el monumento más grande de Buenos Aires y en la Patagonia todas las calles principales se llaman Julio Argentino Roca. Hemos empezado con una campaña para cambiar esto  y hemos logrado algunos triunfos; en algunos pueblos se ha cambiado el nombre de Roca por el nombre de ‘Pueblos Originarios’ y actualmente se han recolectado más de un millón de llaves de bronce para construir un monumento a la mujer originaria que reemplace al de Roca en el centro de Buenos Aires”.

            Osvaldo Bayer propone un cambio cultural y dice: “No vivimos en democracia”. No alcanza -decimos nosotros-  los subsidios, los planes jefes y jefas o que vaya un agente sanitario a relevar los índices de desnutrición en los hijitos de los pueblos aborígenes. Para que realmente vivamos en democracia hace falta una reivindicación seria, concreta, formal, real e integral de los pueblos originarios. Mientras le sigamos vendiendo a Benetton o a los imbéciles como Marcelo Tinelli los territorios mapuche para hagan emprendimientos turísticos y desalojemos a los pueblos originarios para haya gente paqueta que en las vidrieras de los shopping compren pulóveres de la marca italiana, no va a haber democracia en la Argentina. Los pueblos originarios siguen siendo ciudadanos de segunda o de tercera y emigran a las villas de las grandes ciudades, porque son desalojados de sus pueblos originarios, al ladito de la vía en peores condiciones. Una deuda pendiente del gobierno nacional que tiene que dejar de declamar y  ponerse a actuar.



Prueba de la desatención y desprotección que sufren las familias de los pueblos originarios, se ve en la internación de dos niños de tres y seis meses en condiciones de desnutrición. Los trajeron al Nuevo Hospital del Milagro de manera apresurada porque nunca antes recibieron la atención correspondiente. Y, al respecto, nuestra amiga María Lapasset nos enseñaba cuál es el problema que tienen con los chicos que internan en la etapa de desnutrición en el hospital. Llega un momento en el que los estabilizan, los alimentan, los recomponen (si se puede decir así) nutricionalmente y llega el momento de darle el alta.  “¿Le doy el alta para que vuelva al mismo lugar de donde vino y dentro de tres meses, o de dos meses o de un mes esté igual o peor de lo que me lo trajeron?”. Es decir, el Estado se ocupa de las etapas terminales, hablando más en el área institucional,  de las personas,  o sea,  este caso de desnutrición o en el caso de muerte pero durante la vida queda como se le da la gana y es lo mismo que pasa con los indigentes de la ciudad, los llamados indigentes que mueren en las plazas cuando falla el operativo abrigo o mueren en lugar de abandono a donde están. El Estado no se ocupa de esa gente que vive en la calle todo el tiempo y se ocupa únicamente, y son noticias de los diarios,  cuando se mueren. Ahí aparecen patólogos para hacer la autopsia, médicos para hacer la revisación, la ambulancia del Estado, la morgue, o sea que el Estado funciona únicamente cuando se ha muerto o el Estado funciona después que está desnutrido. Estamos todos locos

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